MI VOZ ESCRITA; Por Jorge Herrera
La metáfora utilizada por el Papa Francisco para definir lo pernicioso de la corrupción para un pueblo, al generalizar, con ese “un” (artículo indefinido), la intención de condenarla pierde medularmente su esencia.
La máxima “Mal de muchos, consuelo de tontos”, no deja resquicio para ninguna excusa, pero mucho menos para pretextar.
Lo antes escrito es a propósito de lo afirmado por el Sumo Pontífice sobre la corrupción, (LA GANGRENA DE UN PUEBLO), en su periplo por algunos países de la bien llamada América Morena.
Sin embargo, me atrevo a cuestionar la lucidez del eminente personaje eclesiástico, (¿lo estará rondando el alemán?) por cuanto en su discurso, como dice el pueblo, él confunde la gimnasia con la magnesia. ¡La incongruencia es asombrosa!
Como si no tuviera conciencia de lo que dice, pues parece estar acusando síntomas graves de incontinencia verbal, el actual sucesor de Pedro, olímpicamente, mete en el mismo saco la corrupción y las ideologías.
En su primera visita a América Latina de la que es oriundo sólo a medias, por cuanto sus padres fueron italianos de pura cepa; al punto de que hasta se comenta de manera insistente, que es descendiente en primer grado de estrechos colaboradores de Benito (El Duce) Mussolini, Jorge Mario Bergoglio Sivori, declaró textualmente lo que sigue:
“Las ideologías terminan mal, no sirven, no asumen al pueblo. Por eso, fíjense, en el siglo pasado en qué terminaron las ideologías: en dictaduras siempre”. Y a seguidas, dijo. “Otro método que no da libertad es el chantaje y eso es siempre corrupción”.
Ante las declaraciones del Papa Francisco, Suprema Eminencia Reverendísima, humildemente confieso que he quedado poco menos que estupefacto. Nunca pensé siquiera que juicios de esa naturaleza pudieran ser vertidos por quien dentro de la lógica más elemental, debe tener suficiente conocimiento de los temas que trata…
CONTINUARA.